Pierre Sauvé, Director de Estudios del WTI:

"Chile necesita moverse hacia políticas públicas más pragmáticas"

"Chile necesita moverse hacia políticas públicas más pragmáticas"

A juicio del economista y académico del WTI, para que nuestro país y América Latina, en general, puedan transformarse en verdaderos exportadores de servicios globales -a la par con las naciones más desarrolladas-, deben ser capaces de generar mejores métodos de cooperación y convergencia regulatoria. En definitiva, se requiere de una mejor infraestructura para la integración de información digital, institucional y física.

Pierre Sauvé, Director de Estudios del WTI.

Una agitada agenda debió cumplir, en su última visita a Chile, el Director de Estudios del World Trade Institute (WTI) de la Universidad de Berna, profesor Pierre Sauvé.

Junto con participar en la Ceremonia de Egreso de la primera generación del Magíster en Estrategia Internacional y Política Comercial, que imparte el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, donde entregó las BECAS que otorga el WTI a dos alumnos de la región latinoamericana.

El economista y catedrático fue uno de los principales oradores en la Conferencia "Deslocalización de servicios y cadenas globales de valor: ¿Nuevos determinantes del cambio estructural en América Latina y el Caribe?", organizada por el WTI, las Cátedras de la OMC Chile, México y Argentina y la Cepal, la cual tuvo lugar en nuestro país a mediados del mes de octubre.

Para conocer más en detalle y desde una mirada académica, los desafíos que en materia de integración comercial enfrenta Chile, conversamos con el experto del WTI.

-Chile, Perú, Bolivia y Argentina, durante años han sido países exportadores de materias primas. ¿A su juicio, se puede ver alguna evolución tendiente a diversificar las matrices exportadoras de estas naciones hacia el área de los servicios?

-Creo que pondría en duda esta premisa. Pienso que para estos países, los servicios son una fuente muy importante, que ha crecido muy rápidamente. Por ejemplo, el sector de turismo es muy importante en la agenda política del Perú, debido a la biodiversidad del país y a su enorme potencial. A través de la región vemos un aumento creciente en la competitividad de las exportaciones.

Chile es un actor importante en el sector bancario y servicios financieros, así como también en el rubro de seguros y retail. Así que, por supuesto, la producción tradicional y la estructura de las exportaciones siguen siendo, en todos estos países, un tanto sesgadas. Si bien partieron y se hicieron conocidos como exportadores de materias primas, con los años han experimentado una fuerte diversificación. Ahora bien, el auge de los commodities en el mundo, por supuesto, deja ver la participación de los productos primarios en las exportaciones totales y en algunos países se puede presentar un reto difícil cuando se comienza a afectar el tipo de cambio, pero que tiende a tener más impacto en el sector manufacturero que en el de servicios.

Pero, en definitiva, es en todos estos países de la región donde realmente veo razones para el optimismo y la esperanza. A ello hay que agregar que las políticas de Estado de estas naciones hoy apuntan claramente a la diversificación y a la agregación de valor en sus exportaciones de productos básicos.

-¿Cómo se dio en las naciones emergentes de Asia la transición desde meros productores de materias primas a exportadores de servicios y qué nos falta para poder alcanzar esa meta?

-América Latina, en comparación con el sudeste de Asia, no ha sido tan buena en la creación de cadenas de valor y producción . Estos servicios se vuelven importantes no sólo como insumos en la producción de bienes, sino también como capacidades para el desarrollo de la economía de servicios y esto es lo que estamos viendo hoy en Asia.

Parte del desafío en América Latina está todavía puesto en la competitividad de las exportaciones de manufacturas. El reto está en disponer de un mejor diseño en lo que yo llamo políticas de innovación en servicios, donde el foco se está poniendo en las industrias de TI, salud, comercio transfronterizo, educación transfronteriza, en facilitar la circulación de personas calificadas. Me parece que hay muchos países en América Latina (a partir del estudio de las transiciones) donde ya se ha logrado.

Comparativamente hablando, la cooperación es mucho mejor en Asia que en América Latina, pues hay un compromiso con el suministro de bienes públicos regionales. Yo diría que la creación de espacios de convergencia normativa es lo que falta en América Latina, y ese es un gran reto si quiere expandirse hacia la generación de más servicios.

-¿A su juicio, cuáles son los principales sectores productivos en que Chile podría desarrollarse en el área de servicios?

-El ADN político de Chile es muy diferente al de todos los países de la región. Parece que no se cree en la política industrial. En ese sentido, es casi como Chile corre contra la corriente respecto de lo que está sucediendo a nivel mundial. Hemos visto un surgimiento de la necesidad de intervención gubernamental en los mercados con el fin de promover el crecimiento y una estructura con mejores condiciones. Chile siempre ha sido escéptico en relación a este tipo de medidas, aún cuando a veces son parte de una buena política y compromiso por la región.

En los países en desarrollo, e l papel de los gobiernos es importante para crear oportunidades de red y nichos de innovación, que faciliten la inversión en la educación pública y el capital humano. Uno no puede poner toda su confianza en el mercado. En este sentido, tenemos que ser más agnósticos y menos dogmáticos respecto de este tipo de políticas.

- ¿Tiene alguna sugerencia acerca de lo que no se ha desarrollado todavía?

-Si nos fijamos en las estadísticas, Chile ocupa el primer lugar en América Latina. El país ha estado haciéndolo más o menos bien, pensando en su infraestructura que abastece al mercado laboral con los conocimientos adecuados de competencia y así sucesivamente. Es sorprendente ver a un país, con el tamaño de Chile, con tanta participación en los mercados de servicios clave, estando en servicios profesionales, venta al por menor y finanzas. Este es un país que ha actuado bien en los estándares regionales y estándares globales. Chile debería centrarse más en las cadenas de valor y servicios.

En este sentido, acá existe una barrera que superar: la del dominio del idioma inglés. Su educación es un desafío.

También necesitan inventar maneras de nutrir a las industrias de alto valor agregado, especialmente en materia de servicios. Chile tiene todo esto, pero es necesario incentivar la colaboración público-privada en la búsqueda de estos objetivos.

-¿En base a su conocimiento en el área de servicios globales, qué otras medidas se podrían adoptar, en este sentido, en América Latina?

-No hay soluciones mágicas para estos retos. Lo que distingue a Asia es su compromiso, la conectividad física, sus dimensiones estructurales, los corredores de comercio, la colaboración para acelerar la integración y facilitar la circulación de mercancías, etc. Yo no veo ese nivel de compromiso en América Latina, debido a que muchos de estos países son muy cautelosos en materia de circulación de personas, y los regímenes son muy estrictos. La geografía también dificulta, especialmente en la Región Andina. Cuando una región tiene una geografía muy diversa, como la de América del Sur, tal vez debería desarrollar servicios que sean menos dependientes del transporte físico.

Para que América Latina pueda transformarse, necesitamos ver mejores métodos de cooperación y convergencia regulatoria. Los actuales acuerdos comerciales no son buenos para esto. Necesitamos revisar estas variables y establecer, en su lugar, una mejor infraestructura para la integración de información digital, institucional y física. Estos retos harían de Chile, por ejemplo, un mejor líder regional de lo que ya es en la actualidad.

 

Chile y la OCDE

 

El 11 de enero de 2010, Chile se convirtió, oficialmente, en el miembro número 31 de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) y el primero de Sudamérica en integrarla, hecho que -en su momento- se interpretó como un reconocimiento internacional a dos décadas durante las cuales el país logró reformar su sistema democrático y sus políticas económicas.

-¿A su juicio, el hecho de que estemos siguiendo un camino que no es frecuente en América del Sur, nos aleja de la construcción de cadenas de valor en la región y hace que sea más difícil aunar criterios con el resto de los miembros de la OCDE?

-Las cadenas de valor en la industria manufacturera son muy diferentes a las de servicios. Las cadenas de valor en la fabricación están condicionadas por factores geográficos y de costos comerciales. En el caso de los servicios, es diametralmente opuesto, pues usted no tiene que estar al lado de su cliente para prestarle servicios.

Desde la perspectiva chilena y en cuanto a servicios, el mundo es su mercado, no la región. Como miembro de la OCDE, se encuentran bajo mayor presión para implementar y alcanzar el nivel de una conducta normativa y de estándares que la distingan de sus vecinos. Esto puede ser un desafío, pero al mismo tiempo es una ventaja, ya que les obliga a ser mejores.

Ser miembro de la OCDE pone a Chile en un camino de cambio estructural en materia de prácticas políticas. Ello la convertiría en una nación más próspera y, con estos atributos, podría jugar su papel de liderazgo en la región.

Me gustaría pensar que Chile está en una posición envidiable por los logros que se pueden alcanzar.

-Los acuerdos comerciales que Chile ha suscrito no han generado los cambios que esperábamos, en el entendido que buscábamos convertirnos en una plataforma de servicios e inversiones para la región, como ocurrió en el caso de Singapur y Taiwán. ¿A su juicio, ser miembro de la OCDE es mejor que tener muchos acuerdos comerciales con países desarrollados que son muy distintos entre sí?

- Es cierto que Singapur y Taiwán han sido ejemplos excepcionales, pero ello obedece a que son países con una mejor geografía y que están más cerca de economías que han estado en auge. Entonces, cabe preguntarse qué sería de ellos si no fuera por China.

En el caso de Chile, éste siempre va a ser un país víctima de su geografía, tal como sucede, por ejemplo con Nueva Zelanda.

Ahora bien, no cabe duda que hemos sobrestimado las capacidades de transformación de los acuerdos comerciales. Estos deben ser vistos como fuertes pilares para promover una mejor gobernanza y un desarrollo más amplio. El error está en esperar demasiado de ellos, especialmente si no cumplimos con los compromisos que estos mismos acuerdos promueven. Si los países no están dispuestos hacer los cambios de fondo que requieren, no pueden esperar milagros.

El acuerdo de la OCDE sirve para promover algo importante, como son las buenas prácticas de gobierno. También ha complementado las reformas económicas, presionando las políticas domésticas.
En síntesis, la OCDE ofrece mecanismos importantes de comparación sobre buenas prácticas y los acuerdos comerciales son una parte (pilar) de la agenda de gobierno.

 

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