La estrategia de política comercial de Taiwán como instrumento de búsqueda de posicionamiento en el sistema internacional

La estrategia de política comercial de Taiwán

Sebastián Rueda M. - sebaruedamatus@gmail.com

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Taiwán (conocido oficialmente como Taipei Chino) es en la actualidad una de las entidades económicas y comerciales más exitosas a nivel global. De ser, en 1949, una isla pobre en recursos naturales y escasa en población, es considerada hoy como una de las economías más ricas tanto en Asia como en el mundo, exportadora de bienes de alto valor agregado; es reconocida también como una de las democracias más consolidas en Asia, con altos niveles de libertades personales. Sin embargo, una alta dependencia del comercio (alrededor de 70% del PIB) hace a la economía taiwanesa notablemente vulnerable a los vaivenes de la coyuntura internacional, por lo que su estrategia de política comercial estaría constantemente sujeta a revisión de acuerdo a los objetivos que se planteen a nivel doméstico para garantizar armonía y bienestar a la población.

En un contexto de transformación del sistema internacional, donde cada vez se profundiza más la interdependencia económica entre naciones, por medio de la intensificación del libre comercio, la formación de acuerdos comerciales de alcance regional e interregional ("mega-acuerdos") y la reestructuración de las cadenas globales de valor, la configuración de una estrategia de política comercial idónea adquiere un rol cada vez más preponderante para los países. Ello, unido a las cada vez más importantes consecuencias que tiene lo económico sobre lo político y lo global sobre lo doméstico, en una búsqueda de lograr bienestar y desarrollo.

En este sentido, el caso de Taiwán presenta una gran riqueza para explicar las imbricaciones entre la política comercial y la política exterior, debido a una serie de factores, entre los cuales por lejos el más relevante es su compleja relación con la República Popular China. Desde 1949, la posibilidad de un conflicto armado dificultaba notablemente la posibilidad de hacer negocios. Luego de las políticas más pragmáticas de Deng Xiaoping, a fines de la década de 1970, las relaciones comerciales empezaron a crecer, pero los vínculos políticos se mantuvieron congelados. Sin embargo, a partir de 2008 ocurre un hito que cambia radicalmente el panorama, cuando funcionarios de ambas partes se reúnen en Hong Kong para establecer enlaces oficiales de intercambio económico (los llamados "tres enlaces"). Esto significó un hito en las relaciones a través del Estrecho de Taiwán, que consolida la creciente interdependencia económica antes informal y sienta nuevas bases para un mutuo entendimiento a nivel político.

Luego del hito del año 2008, las relaciones se descongelaron rápidamente, lo que ha permitido una mayor estabilidad y seguridad en las relaciones comerciales entre la isla y el continente. En ello ha tenido gran importancia el Acuerdo Marco de Cooperación Económica a través del Estrecho (ECFA, por sus siglas en inglés), que entró en vigor en Septiembre de 2010, y sirve como hoja de ruta para seguir incrementando la integración económica mediante cuatro acuerdos complementarios relativos a: protección de la inversión, comercio de mercancías, comercio de servicios y mecanismo de solución de diferencias. También incluye disposiciones para la eliminación de múltiples aranceles y liberalización de servicios. Actualmente han sido concluidos dos de los cuatro acuerdos complementarios, pero sólo uno ha sido ratificado, el relativo a la promoción y protección de la inversión.

El crecimiento en el comercio a través del Estrecho, producto del acercamiento logrado en 2008, ha sido asimétrico, ya que ante una economía emergente y gigantesca, como la de China, Taiwán se ha visto cada vez más dependiente de las vicisitudes de su otrora rival: el 40% de las exportaciones de la isla van a la República Popular China, y de allí procede el 60% de sus importaciones. Esto ha generado relativo malestar en la población taiwanesa, que adhiere mayoritariamente a la idea de mantener el status quo, viendo con reticencia un acercamiento aún más profundo con un régimen que supone una amenaza al régimen democrático logrado en la isla.

En Marzo de 2014 tuvo lugar una movilización llamada "Revolución de los Girasoles", que provocó las manifestaciones más grandes en la historia de Taiwán y que llevó a la toma del Parlamento por parte de estudiantes, en desacuerdo con el modo poco transparente en que se iba a ratificar el acuerdo de comercio de servicios del ECFA. La movilización fue exitosa al expresar el sentir mayoritario de la opinión pública, reacia a una reunificación con China bajo un modelo de "Un país, dos sistemas", similar al que existe con Hong Kong y Macau, por lo que procedió a revisar los acuerdos pendientes del ECFA con la consecuencia de estancar las negociaciones y la hoja de ruta propuesta en el año 2010. Como consecuencia adicional de la “Revolución de los Girasoles”, el partido gobernante, el Kuomintang, tuvo una fuerte derrota en los comicios provinciales de noviembre pasado, y encuestas de opinión dan por claro ganador en las elecciones presidenciales que se realizarán en enero de 2016 al candidato del Partido Demócrata Progresista (DPP), de tendencia independentista y menos cercano a China, lo que podría suponer dificultades en las relaciones a través del Estrecho a partir del próximo año.

Pareciera ser que la reunificación con China siempre será la piedra de tope para Taiwán, ya que a pesar de necesitar de la economía continental, no puede dejar de escuchar la opinión pública dentro de una sociedad democrática. Por ello es que su estrategia de política comercial debe reacomodarse y tomar iniciativas dentro del limitado rango de acción con el que cuenta, dadas las dificultades sociales, políticas y diplomáticas. Por ejemplo, una de estas iniciativas es la búsqueda de una mayor integración con la región del Asia-Pacífico, proceso en el cual Taiwán se encuentra notablemente atrasado, debido a su estatus político que le impide firmar acuerdos de libre comercio formales, y también a causa del bloqueo chino, que ha sido capaz de ejercer influencia diplomática para obstruir esa vía de integración regional para Taipei.

Este reacomodamiento de la estrategia de política comercial de Taiwán se puede apreciar en el reciente Examen de Políticas Comerciales, al cual se sometió en la OMC en septiembre pasado. En primer lugar se encuentra la dimensión unilateral o doméstica, donde Taiwán ha intentado acomodar el terreno para recibir más inversión extranjera en áreas prioritarias, como innovación en tecnologías de la información. Cabe mencionar que Taiwán es reconocido como el principal productor de piezas y partes de equipos tecnológicos, logrando grandes avances en la compleja industria de los superconductores. Sin embargo, el avance de otros países en la materia y el aumento de competitividad hacen perder en cierta medida las ventajas comparativas de Taiwán, por lo que la innovación se hace urgente para evitar un estancamiento y eventual decrecimiento de esa industria. Es por ello que medidas como la reducción de barreras no arancelarias, zonas francas, liberalización de regímenes de inversión, innovación en educación y otras, apuntan a revitalizar la economía y generar un ambiente idóneo y deseable para el aumento de las inversiones en la isla.

A nivel bilateral, Taiwán ha establecido tratados de libre comercio con algunos de los Estados que lo han reconocido formalmente (Panamá, Guatemala, Nicaragua, El Salvador y Honduras), de calidad alta y alcance amplio. Aparte de ello, con China logró firmar el Acuerdo Marco de Cooperación Económica bajo la figura de “Territorio aduanero distinto”, a propósito de su reconocimiento limitado como Estado. Esto marcó un precedente para que pudiera firmar acuerdos comerciales cuasi-formales con otros Estados, bajo esta figura especial. Hasta el momento han sido dos acuerdos los firmados: con Nueva Zelanda en 2013 y con Singapur en 2014, que plantean una reducción casi absoluta de las líneas arancelarias, bastante similar en forma a un TLC, pero con la salvedad que no se habla de Estados sino de Economías. Bajo esta misma línea se encuentran en proceso de negociación acuerdos con Filipinas, Malasia, India e Indonesia.

Mientras tanto, en el nivel regional Taiwán ha ido pensando precisamente su política unilateral y bilateral de liberalización y apertura como una preparación para ser un candidato idóneo para iniciativas tales como el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) y el Acuerdo Económico Comprensivo Regional (RCEP), a las cuales no ha enviado aún solicitudes formales. En cuanto al TPP, para Taiwán reviste una importancia que va más allá de lo económico-comercial, ya que también estaría considerando el trasfondo político que es el hacer esfuerzos para volverse un eventual miembro de una iniciativa liderada por Estados Unidos, aliado histórico que en las últimas décadas ha ido privilegiando sus relaciones a favor de China. Si Taiwán muestra señales de respaldo a las iniciativas que Estados Unidos promueve, esperaría de vuelta la cercanía de su viejo aliado, indispensable para proyectar sus objetivos de lograr mayor autonomía política y posicionamiento en las cadenas globales de valor.

El caso de Taiwán es interesante y dinámico; sus características particulares permiten comprender de forma especial la complejidad que supone la elaboración de una estrategia de política comercial, cuyas repercusiones y consecuencias van más allá de las relaciones económicas internacionales. También permitiría comprender de forma más amplia y novedosa cómo se elaboran los objetivos de política exterior del Estado en un sistema internacional cada vez más interconectado e interdependiente. En el caso taiwanés, el estudio de la estrategia de política comercial permitiría comprender sus modos de lidiar con un escenario internacional adverso, con China como principal socio en lo comercial y amenaza en lo político.

El escenario resulta imprevisible, fuente de situaciones capaces de hacer repensar cómo se investigan las relaciones internacionales en un sentido más amplio, entendiendo los procesos como un entramado donde lo comercial y lo político se entremezclan, lo que requiere nuevos marcos analíticos para contribuir a la expansión de las disciplinas pertinentes.

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