El presidente de Haití, Jovenel Moïse, fue asesinado el pasado miércoles en la incursión de un comando en su residencia en Puerto Príncipe, lo que desestabilizó aún más la ya frágil situación política del país caribeño.
Tras la muerte de Moïse, el primer ministro interino, Claude Joseph, asumió el poder, declaró el estado de sitio durante 15 días y garantizó que la situación del país estaba "bajo control".
Lejos de la percepción de Claude Joseph, la realidad que vive Haití es muy preocupante y producto de problemas profundos de larga data. Precisamente para comprender el origen de la crisis haitiana, el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, a través de su Cátedra sobre Seguridad y Globalización, invitó al Dr. Juan Gabriel Valdés, Director de Asuntos Institucionales de la Universidad de Chile y ex Jefe de la MINUSTAH, y al General (r) Eduardo Aldunate Herman, ex DFC de la MINUSTAH, a realizar un análisis profundo de los últimos acontecimientos.
Sobre el particular, el Embajador Valdés hizo un resumen del proceso político que llevó al poder a Jovenel Moïse, cuya elección fue ampliamente cuestionada y declarada como ilegítima por un importante porcentaje de la población de Haití.
“Moïse tampoco quiso llegar a acuerdos con organismos internacionales, tendientes a generar una mayor estabilidad en el país. Por el contrario, se declaró en rebeldía, cerró el Congreso, encarceló a miembros de la Corte Suprema a quienes acusó de intentos de golpes de Estado, mantuvo relación con bandas armadas, etc. Solo en el mes de junio, en Haití ocurrieron 200 secuestros y 150 asesinatos. En este escenario, el Presidente vivía encerrado, negándose a dialogar con la oposición y rechazando toda idea de llamar a nuevas elecciones”, explicó el Director de Asuntos Institucionales de nuestra Universidad y ex Jefe de la MINUSTAH.
A juicio de Juan Gabriel Valdés, la comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos y Canadá, van a impedir que la situación de Haití siga empeorando. Lo importante es cómo lleva a cabo su ayuda, pues no basta con enviar fuerzas para restablecer el orden, como se ha hecho reiteradamente. “Haití no solo vive un problema de seguridad. La raíz de todo esto radica en la falta de desarrollo. Por lo tanto, sin control de la ayuda monetaria, sin proyectos de desarrollo y sin metas concretas para cambiar la infraestructura del país, cualquier esfuerzo será en vano”, sentenció.
Rol de la MINUSTAH
La opinión de Valdés fue ampliamente respaldada por ex DFC de la MINUSTAH, General (r) Eduardo Aldunate Herman, quien coincidió en que el restablecimiento de la institucionalidad de Haití era imposible de lograr sin el apoyo al desarrolló de esa nación.
Durante su intervención, el General (r) destacó la labor desempeñada por la MINUSTAH. “Pese a la ausencia de información con la que tuvimos que lidiar, los militares y policías lograron con éxito realizar operativos sanitarios, cursos de capacitación y cierto control de las bandas armadas. Los Cascos Azules también jugaron un rol muy importante al garantizar la realización de un proceso eleccionario y el control de la violencia. Pero estos objetivos solo sirvieron para aplacar la fiebre y no para atacar la raíz de la enfermedad. Sin tareas de desarrollo que involucren la participación de la sociedad civil de Haití, será imposible sacar realmente al país de esta situación”, concluyó.
