¿ES POSIBLE ALCANZAR una efectiva comprensión de las diferencias, eliminar prejuicios y avanzar hacia una convergencia estratégica entre dos países que estuvieron involucrados en un conflicto armado? ¿Es factible vencer las desconfianzas y construir una vinculación rica, diversa y que involucre a los más variados sectores de la sociedad?
Son preguntas que animan a un grupo multidisciplinario de siete chilenos y siete peruanos a indagar las experiencias exitosas de otros países que ayuden a enriquecer propuestas de futuro para la relación bilateral. Con tal propósito estamos realizando una visita a Alemania, invitados por la Fundación Konrad Adenauer, para conocer en terreno y de forma directa las políticas de buena vecindad que ha desarrollado este país con Francia y Polonia.
DE LA DELEGACIÓN CHILENA hacen parte el ex ministro Sergio Bitar; el director del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile, José Morandé; el embajador Mario Artaza; el general ® Roberto Arancibia Clavel; el ex subsecretario Edgardo Riveros; el profesor Roberto Durán, y quien escribe. Mientras por Perú participan el ex jefe del Comando Conjunto, Jorge Montoya; el ex viceministro de Justicia, Jaime García; el director del Instituto de Estudios Internacionales de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Fabián Novak; el periodista Hugo Guerra; el internacionalista Luis García-Corrochano; la abogada Sandra Namihas, y el historiados Daniel Parodi.
Lo que hemos constatado es el desarrollo de iniciativas puestas en práctica a partir de un conflicto de amplias repercusiones, como la Segunda Guerra Mundial, que afectó profundamente a Alemania, Francia y Polonia, y que nos permiten registrar ciertas reflexiones de futuro preliminares:
PRIMERO, REFORZAR EL ROL fundamental que pueden jugar algunas instituciones en el acercamiento entre países, como la Iglesia. Es así como los obispos polacos dieron una señal importantísima para el acercamiento bilateral cuando dijeron: "Nosotros perdonamos y esperamos que nos perdonen".
SEGUNDO, ES VITAL concentrarse en la juventud. La visión de los grandes líderes Charles de Gaulle y Konrad Adenauer se plasmó en el Tratado del Elíseo. Ya en 1963 era evidente que no podía haber un cambio profundo si las nuevas generaciones seguían atadas a los prejuicios de sus padres. Por eso desarrollaron importantes programas de integración juvenil, con intercambios de alumnos y profesores, hermanamientos de escuelas e, incluso, con un libro de historia escolar, escrito conjuntamente en alemán y francés.
TERCERO, LOS INTERESES nacionales son más fáciles de alcanzar a través de la cooperación con el vecino. Esta lógica ha impregnado las relaciones parlamentarias y gubernamentales, así como de la sociedad civil.
CUARTO, HAY UNA AMPLIA gama de áreas a trabajar para facilitar una mejor relación bilateral, como la cultural, la social e, incluso, la religiosa y, en particular, la integración económica alcanzada a través de la Unión Europea.
En momentos que estamos tan cerca del fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya respecto de la demanda interpuesta por Perú, es importante rescatar enseñanzas como estas y, más allá de lo que sea planteado por el fallo -que sin duda será un hito bilateral-, hay que trabajar en una agenda post Haya. En lo inmediato, se debe reaccionar con moderación y evitar tensionar la relación de forma artificial, mientras en el mediano plazo, la apuesta tiene que ver con impulsar proyectos estratégicos que sean de interés mutuo en un mundo globalizado con miras a construir una relación de confianza y de calidad.
NO ES IMPOSIBLE, por lo que hemos constatado en este recorrido y tal como dijo el ex canciller peruano Rafael Roncagliolo, al expresar su aspiración de que la relación Chile-Perú sea algún día como la franco-germana de hoy, "no hay enemigos naturales ni hereditarios ni destinos prefijados".
