Exportación del vino chileno: la estrategia de la asociación gremial Vinos-Chile A.G.

Autor: Feras Saeed Al Attrach

Para Optar al Grado: Magíster en Estrategia Internacional y Política Comercial del Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad de Chile.

Introducción

La historia del vino en Chile es lo suficientemente larga para formar parte esencial del patrimonio cultural del país. Es por este mismo motivo, que su proceso de producción ha estado acompañado y modelado, de una u otra forma, por el modelo de desarrollo económico chileno.

A principios del S. XX, dicho modelo estuvo caracterizado por un rol significativo del Estado, donde los servicios públicos funcionaron con la finalidad de elevar los niveles de vida de la población, aumentar los beneficios sociales, entre otros (OLMOS & SILVA, 2010). Principalmente, estas instituciones públicas estuvieron destinadas a beneficiar a los trabajadores por medio de: construcción de viviendas; medicina preventiva; fomento de la seguridad social; beneficios de asignación familiar; y la ampliación significativa de la cobertura educacional (tanto escolar como universitaria) (DÁVILA LEÓN, 1999, p. 3). Sin embargo, durante la segunda mitad del S.XX, es posible identificar dos fases importantes en el desarrollo del modelo económico de Chile. La primera de ellas corresponde al periodo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, donde la idea era dejar atrás la dependencia de la importación de productos del exterior. Para esto, fue adoptado el modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) en toda América Latina, incluido Chile. Este modelo consistía en la potenciación de la industrialización propia, a través del aumento de la protección económica de los productos internos respecto de los externos (VIDAL VILLA, 2004, p. 89). Luego, tras la llegada de los militares al gobierno chileno en 1973, comienza una segunda fase, marcando un cambio muy importante en la estructura política y económica del país. Durante este periodo, se revirtieron las políticas socialistas y comunistas basadas en un modelo económico protegido y planificado por parte del Estado, iniciando una fase caracterizada por la transformación hacia un modelo neoliberal. Este modelo buscaba, entre otros, la aprobación por parte del sector económico privado nacional e internacional del gobierno militar, garantizando la apertura económica a pesar de haber violado la vía constitucional.

Sin duda, el desarrollo del modelo económico chileno tuvo un impacto sobre la industria vitivinícola chilena. Los cambios en el modelo posibilitaron condiciones para el éxito del sector exportador, al orientarse principalmente en productos y recursos naturales con poco valor agregado, tales como el cobre, productos agricolas y pisqueras. Sin embargo, en la década de los noventa, el modelo exportador tradicional chileno de recursos naturales perdió terreno y se vio enfrentado a la necesidad de adoptar un modelo productivo-exportador que incorporara actividades con mayor conocimiento y valor agregado (MOGUILLANSKY & DEVLIN, 2009). De esta manera y en estos años, el Estado retoma en alguna medida el rol que tuvo hasta 1973 en la búsqueda del fomento y desarrollo de la competencia chilena a nivel mundial, para estimular un desarrollo exportador y productivo (ROSAS, 2012).

Así, es posible destacar algunas características del modelo económico chileno actual. La primera de ellas es que consiste en un modelo desarrollado en forma progresiva y pragmática, en función de las necesidades históricas del crecimiento económico. Otra característica de este modelo, es que en la búsqueda de los intereses privados de sus actores, se generó un cierto nivel de desarrollo, con algunos visos de sustentabilidad. Esto se puede afirmar debido a la existencia de un sector privado líder, -con una vasta experiencia en la elección de las opciones más convenientes para la ganancia de sus actores-, y con la generación de un espacio para el desarrollo económico y social del país. Además, dada la experiencia nacional de cambios violentos y radicales en el escenario económico, este sector ha desarrollado un conocimiento que favorece la lógica consensual, favoreciendo el diálogo por sobre la desestabilización.

Hoy en día, es posible afirmar que Chile es uno de los países que tiene una tendencia creciente en la producción y exportación de la industria vitivínicola, tanto en cantidad como en valor de las exportaciones. De acuerdo con Jean Marie Aurand -director general de la Organización Internacional de la Viña y el Vino, en su presentación en el 37mo Congreso Mundial de Viñas y Vino, celebrado en Mendoza el 10 de noviembre de 2014- Chile es uno de los diez mayores productores de vino. Estos diez mayores productores, proveen el 80% del vino mundial3. En este sentido, el aporte chileno es considerable, más aún considerando que Chile reemplazó en 2014 a Australia en el cuarto lugar de los mayores exportadores de vino a nivel mundial, sólo tras Francia, Italia y España.

Los mayores importadores de vino son EEUU., la UE, China, Canadá y Rusia. En este sentido, cabe destacar que el vino chileno está llegando a estos mercados además de los de América Latina y el Caribe. Chile es uno de los países que tuvieron una tendencia creciente en la producción y exportación (en volumen y valor) desde 2004 hasta 2013. En el año 2014, Chile se consolidó como el cuarto exportador de vino con envíos record, después de Francia, Italia y España remplazando a Australia (WESTHOFF, 2015).

De esta forma, el presente estudio de caso busca preguntarse por los factores que han posicionado a Chile en este lugar.

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